17 enero 2012

Saltar, caer, levantarse



Dios nunca reza

Patxi Irurzun

Alberdania, 2011

ISBN: 978-84-986-8319-6

152 páginas

17 €





Daniel Ruiz García

Escribir no es ningún deporte de riesgo. No nos hace ningún bien, o al menos no nos hace más bien que mal. Aunque mucha gente así lo crea, los que escribimos no somos personas más inteligentes que los que no lo hacen. Estamos en la media de la torpeza y la idiotez, con el plus, casi siempre, de una proporción de vanidad más que considerable. Escribir es una acción, un verbo, un estar, pero ese estar no suele ser nada agradable. Sobre todo cuando lo que escribes apenas se compra y se lee, comparado con, pongamos, cualquier bestseller que se distribuye en las tiendas de los aeropuertos o en los Carrefour. Porque -y este es otro malentendido bastante extendido entre los ágrafos- los escritores suelen ser gente más bien pobre, o en todo caso, si tienen liquidez, no la han obtenido precisamente de la literatura. Muchos de los que publican libros apenas llegan a fin de mes. Hay muchas formas mejores de hacerse rico. Y probablemente, con bastante menos esfuerzo. Porque escribir es algo muy desagradecido: visto desde una perspectiva material, resulta absolutamente miserable la correspondencia entre el esfuerzo que supone escribir una novela y los rendimientos económicos que ello reporta. Aun así, muy pocos de los que empiezan a fumar de este tabaco son capaces de dejarlo, de manera que acaban sometidos de por vida a esta suerte de sacerdocio de pobres, consagrados a una vida de arrastre detrás de palabras y letras que acabarán llevándolos a la muerte como un inevitable cáncer de pulmón.

Dios nunca reza es un libro de memorias pero también es una novela biográfica sobre las miserias, servidumbres, renuncias y pequeñas alegrías de un escritor tocado por ese infortunado vicio. Un escritor joven que no obstante lleva años predicando en los desiertos de la literatura y recibiendo a cambio escasos beneficios y parcas satisfacciones. Es un diario íntimo que conmueve desde el primero hasta el último capítulo, porque exuda sinceridad. Una sinceridad, casi siempre, muy dolorosa. Porque Irurzun es consciente de que, por más desagradecido que resulte ese vicio, por más que le haga toser y le supure bilis, no podrá renunciar a él hasta la muerte.

No se piense, por el tono de mis palabras, que estamos ante una obra de tintes románticos, grandilocuente, apasionada. La miseria está ahí, pero Irurzun la aborda con naturalidad. Con la misma naturalidad con que uno asume, por ejemplo, una enfermedad de diabetes que deberá acompañarlo de por vida. El registro del dietario le permite a Irurzun realizar una contabilidad exhaustiva de sus desvelos cotidianos como escritor, pero también como padre y “prepadre”, como esposo, como amigo… En realidad, la obra puede leerse como una novela intimista sobre una mudanza, la mudanza de un escritor hacia otra casa junto a su mujer y su hijo, pero también la mudanza interior de un escritor que no quiere renunciar a serlo por encima de las miserias laborales y los trabajos castrantes y embrutecedores.

Me he sentido muy cercano a los desvelos de Irurzun en esta novela. Su estilo es llano, limpio, sencillo, con momentos de gran explosión lírica, y de forma muy especial en el último tramo. Es, así lo pienso, un libro muy hermoso, que arañará especialmente a todos aquellos que, como quien esto suscribe, sobrelleva como puede este insano vicio de la escritura, encallado a fuerza de golpes, acostumbrado a un programa creativo precariamente construido a base de verbos: saltar, caer, levantarse.

4 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues este libro me lo voy a comprar, porque me he sentido retratado en lo que dices que el libro dice. Un abrazo.

Daniel Ruiz García dijo...

Me parece un libro muy honesto e interesante, Jesús. Creo que podría gustarte. Abrazo.

cessione del quinto dijo...

Me gusta el argumento, seguramente es algo que los lectores del "Codigo Da Vinci" y otros best seller, no saben. Una realidad mucho màs dura de la de Ken Follet....gracias por la senalaciòn, yo tambièn lo comprarè.
Sara M.

Anna Genovés dijo...

¡Cuánta razón en estas palabras!.

No he leído nada de Patxi Irurzun, pero haciendo una visita a su BLOG, del que me he hecho seguidora, seguro que me perderé entre sus páginas.

A la razón de la miserable vida de los escritores, sí. Llevo toda la vida desparramando entre poemas, relatos cortos y novelas… Nada ha visto la luz, por lo que hace poco que he decidido crear un Blog, MEMORIA PERDIDA… El Blog de Ann@ Genovés.

El mero hecho de un nuevo seguidor, de un nuevo comentario, me emociona. Cierto que soy vanidosa, pero lo que más feliz me haría es, ser una cuenta cuentos que entretuviera a, cuantas más personas mejor, y no me importaría hacerlo de manera anónima o como negra.

Hace unas horas escribí este comentario:
Mientras tenga dedos para sujetar un lapicero y raciocinio para pensar; seguiré escribiendo: es mi sino.

Los días perros Dan las mejores cosechas.

Ann@ Genovés